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The Hobbit y la resistencia al cambio

Somos «animales de costumbres», no nos gusta salir de nuestra zona de confort, modificar la manera en que hacemos las cosas. Tampoco nos gustan los cambios en como percibimos el mundo que nos rodea. Nuestro propio cerebro se encarga de que obviemos mucha de la información que tenemos a nuestro alrededor y la rellena con lo que espera que haya.

Hay un pequeño grupo de personas más propensas a los cambios, a probar todo lo antes posible. Esos que cuando cambian la interfaz de Gmail lo aceptan rápidamente y buscan como sacarle partido lo antes posible, o cada vez que actualizan una aplicación del teléfono (o tableta, o pc…) tienen un cosquilleo ante las posibles novedades que incluye… no es que su cerebro no realice esa tarea de autorellenado, ni que sean más inteligentes (ni más tontos…), supongo que simplemente gana la curiosidad. En este grupo de personas se agrupan en los innovadores,y en los «early-adopters», que no son ni un 20% del total:

Fuente: Wikipedia

Un ejemplo recurrente de esto es cada vez que Facebook (o el ya mencionado Gmail) hace algún cambio en el funcionamiento de cualquiera de sus múltiples interfaces. Siempre hay una oleada de quejas, que tras 7-10 días ya se van olvidando, y cuando se genera la siguiente modificación, se inicia de nuevo el proceso.

Vivo esto en mi día a día laboral: reimplementas un sistema, tras darle muchas vueltas, has reducido el nº de pantallas, has mejorado las búsquedas, has optimizado la visualización de la información, has aprovechado mejor el espacio, has conseguido reducir los tiempos de espera, y aún así los primeros 7-10 días son un mar de quejas… luego empieza a llegar el periodo de aceptación, y finalmente se termina por valorar los cambios positivamente, pero el proceso de asimilamiento siempre está ahí (incluso se llega a recordar acciones «mágicas» que antes se podían hacer, sin que nunca hayan existido).

Para reducir este choque, una de las máximas de las metodologías ágiles de desarrollo de software (las de mayor aceptación hoy en día) consiste en involucrar mucho al usuario final en el proceso de desarrollo, lo que aumenta su identificación con el nuevo sistema (lo conoce mejor, lo siente más como algo suyo) y además se consigue mejorar el producto final gracias a esta retroalimentación constante.

Caso de «The Hobbit»

Con The Hobbit han dado un pasito hacia delante en el uso de la tecnología en el rodaje de películas de cine aumentando el número de imágenes por segundo de 24 a 48.  Hoy en día el cine se rueda a 24fps por tradición. Ésta se inició para ahorrar costes utilizando la menor cantidad posible de celuloide, manteniendo la fluidez mínima necesaria en la imagen. Por fin, alguien se anima a romper con este esquema tradicional, completamente innecesario hoy en día y, como era de esperar, ha suscitado opiniones enfrentadas (os recomiendo «El hobbit, la mejora tecnológica, y la tenaz persistencia de la costumbre» de Enrique Dans).

Hay quien ha percibido una bajada de calidad tras le mejora técnica (que en realidad lo que ha producido es un aumento de calidad). La costumbre… la resistencia al cambio… pude ver la película en formato digital a 48fps y en 3D, y me encantó (y eso que entraba con mala opinión del 3D).

Llevo tiempo diciendo que no me gusta demasiado ir al cine por la falta de calidad de la imagen, en un televisor normalito en casa se podía conseguir una imagen mucho mejor. Durante los 10 primeros minutos de película tenía la sensación de que los movimientos estaban a cámara rápida, pero una vez acostumbrado a ese cambio, la sensación era de realmente tener a los personajes delante a unos pocos metros de mí (casi como si fuese un teatro).

Normalmente luchando contra los cambios no hacemos más que retrasarlos, y empeorar su proceso de asimilación… no tengamos miedo a los cambios, cada cambio en realidad supone una oportunidad de mejora.

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Industrias, tecnología y entidades públicas…

Es obvio que la industria cinematográfica, discográfica y editorial está en medio de un cambio disruptivo provocado por la tecnología, y como toda industria, están luchando con todas sus armas para mantener su negocio montado alrededor los abusivos términos que su monopolio les ha permitido disfrutar hasta ahora.

Esto me parece lícito por su parte, estúpido, porque no pueden hacer nada por evitarlo, pero es perfectamente lícito que luchen por sus intereses, para eso son entidades privadas cuyo objetivo es el de obtener los máximos beneficios posibles.

Lo que no es de recibo es que en este proceso, se MIENTA o se MANIPULE la información en su favor. 2 ejemplos rápidos:

Y la cosa no queda ahí, lo que que resulta IMPRESENTABLE es que estas actividades sean apoyadas por entidades públicas (Ministerio de Cultura), sí, esas entidades que pagamos entre todos, pero que muchas veces parecen ser subordinados de unos pocos.

Tirando de este apoyo, Promusicae, la SGAE, la FAP y compañía han publicado una «Guía para padres y profesores sobre el buen uso de Internet»  (para sus intereses, no para promover el conocimiento, y cuyo contenido es vergonzoso) con la intención de hacerla circular entre los y las alumnas de primaria y secundaria… tremendo… manipular la educación es algo ampliamente instalado en toda dictadura que se precie… que una democracia colabore en ello es un muy mal camino.

¿cómo evitarlo?

Difundiendo información sobre ello. En este caso, os vamos a enlazar un documental y una guía que todo usuario debería ver/leer:

A lo largo de las entradas del blog hemos ido dejando clara nuestra opinión sobre Internet y como debería promoverse, protegerse y promover su acceso universal:

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